Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1869-1871 (Cortes Constituyentes de 1869 a 1871)
Sesión: 2 de julio de 1869
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Ochoa
Número y páginas del Diario de Sesiones: 116, 3.449, 3.450
Tema: Prisión del Conde de Cheste

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Heme aquí, Sres, Diputados, al pie y enfrente de la montaña blanca; y me encuentro bien, que ya estoy un poco fatigado de estar siempre al pie y enfrente de la montaña roja. Pero ya se ve, de la montaña blanca todavía no han salido más que las jeremiadas del Sr. Vinader y los humos carlistas del Sr. Ochoa, y esto no es bastante ni me ofrece bastante resistencia para arremeter a bayoneta calada y tomar la montaña blanca como alguna vez he tenido que tomar la montaña roja. (Rumores en los bancos de la izquierda.)

El Sr. PRESIDENTE: Orden, Sres. Diputados.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Por al fin empiezan las escaramuzas con la montaña blanca; salen de allí algunos fuegos, y bueno es por lo menos que los apaguemos, porque si todavía no nos ofenden, no empiezan a molestar. (El Sr. Vinader pide la palabra para una alusión personal.)

No sí, señores, para qué se necesita más valor, para lo que ha hecho el Sr. Conde de Cheste viniéndose a España en las circunstancias en que lo ha hecho, para que el Sr. Ochoa venga aquí a hacer una interpelación defendiendo al Sr. Conde de Cheste. El Sr. Ochoa apela a los derechos individuales: ¡a los derechos individuales para los que estaban trabajando públicamente con objeto de destruirlos y de encender la guerra civil en este país; para el que de público se sabía que era el jefe de la conspiración isabelina; para el jefe del ejército de Doña Isabel de Borbón; para el que llamado por el Sr. Ochoa buen español, no ha tenido inconveniente en ir a humillarse al emperador de los franceses pidiéndole su apoyo para encender en este país la guerra civil; para el que recibió del emperador de los franceses una lección de españolismo oyéndole decir que no podía dar ayuda a nadie para encender la guerra civil en España!

Yo he llegado a figurarme si como los carlistas no es también con los isabelinos, si como las conspiraciones de isabelinos y de carlistas se encuentran muchas veces y se chocan, el Sr. Ochoa al defender al Conde de Cheste se propondrá que aquí se le ataque, se descubran las conspiraciones isabelinas para dejar el camino franco a la conspiración charlista.(Risas. Bien, bien.) Porque yo no comprendo de otra manera que S. S. venga a defender al Conde de Cheste en los términos en que lo hace, llamando para él la protección de los derechos individuales, cuando él ha estado trabajando de la manera que todos sabemos, incluso el Sr. Ochoa, en contra de la situación actual; cuando ha estado escribiendo cartas y comprometiendo a jefes y oficiales del ejército español, cuando ha estado cometiendo toda clase de imprudencias en sus trabajos de conspiración.

Y no es que esto lo sepa yo sólo; se dice de público, se sabe porque él no lo ha ocultado: él era el jefe de Ia conspiración en Francia: en su casa se celebraban las reuniones, de su casa salían los emisarios, y todo se hacía en su casa: y no es que yo diga esto solo porque ahora los isabelinos están dispersos y han descubierto el juego a todo el mundo, porque el jefe de la conspiración, el que llevaba, por decirlo así, la batuta militar, ha desaparecido de allí, dejando en las astas del toro, como suele decirse, y comprometidos a muchos de sus amigos y compañeros, sino que lo sé también porque en las conspiraciones se cometen descuidos y torpezas que descubren hasta lo que parece más oculto; y yo tengo aquí cartas y documentos que los he mandado traer por si el Sr. Ochoa quiere que los examinemos, documentos y cartas que un general isabelino, en la precipitación con que tuvo que marcharse, porque supo que el Gobierno sabia a lo que había ido a un punto determinado, se dejó olvidados, que vinieron a poder del Gobierno, que espera saber dónde está ese descuidado general para decirlo: "Tenga Vd. cuidado otra vez con lo que hace, que se ha dejado Vd. estos papeles que le pueden comprometer." Pues aquí, tengo esos papeles, Sr. Ochoa; y fue tan desdichado aquel general que se dejó no sólo las cartas, sino una clave que me ha servido a mí para descifrarlas, en las cuales el Sr. Conde de Cheste no hace el papel de inocente. Pues bien; ya llegará a noticia de ese general, porque así que lea mis palabras sabrá que se refieren a él, y no tiene más que avisarme dónde está para mandarle esos documentos, porque no solo le comprometen a él, sino a otros que deben andarse con cuidado, como deben andarse con cuidado todos los que están en la conspiración, que creen que lo hacen muy bien, y en mi entender lo hacen muy mal, porque muchas de sus cosas las sé yo antes que ellos mismos.

¿Y sabe el Sr. Ochoa por qué vino el Conde de Cheste a España? Pues se lo voy a decir a S.S.: los isabelinos andaban en grandes trabajos, tenían grandes esperanzas, se llegaban a figurar que todo el país iba a responder a su excitación: llegó su candidez hasta el punto de creer que Madrid iba a ser la primera población de España que iba a dar el grito en favor de Isabel II, y hasta tuvieron combinada la fórmula telegráfica con la cual se había de comunicar el levantamiento en masa del pueblo de Madrid. (Risas.) En tal estado las cosas, los que vivían en Madrid, que veían mejor la realidad de o que pasaba, creyeron conveniente formar otro centro directivo, otro centro de conspiración, porque creyeron los de aquí que no bastaba el centro de Francia, del cual era cabeza y jefe el general Conde de Cheste. Se formó el comité, de Madrid, y la primera disposición que tomó fue anatematizar y excomulgar a los que habían constituido hasta entonces el comité de Francia, y sobre todo, los últimos Ministros de Isabel de Borbón. S.S. asiente a mis palabras; prueba que lo sabe, que tiene buenas noticias, y me alegro.

Pues bien; es una clase de gente la isabelina, que a pesar de estar tan lejos ese triunfo que ellos ven tan próximo, ya riñen por quién ha de ser el amo, por quién ha [3449] de apoderarse de las carteras del Ministerio y las altas posiciones del Estado, y los individuos que componen el comité de Madrid no quieren a los que han compuesto hasta ahora el comité de Francia, a los que están al lado de Doña Isabel de Borbón, porque creen que aquellos van a hacerse los dueños de la situación por que suspiran, los ha excomulgado; pero los que están al lado de Doña Isabel de Borbón no se contentan con esa excomunión, están dispuestos a dar un gran escándalo y a decir la verdad.

Pues bien; el Sr. Conde de Cheste era más amigo de lo de aquí que de los de allí; y cuando supieron los de allí que la exposición dirigida por el comité de Madrid a Doña Isabel de Borbón lo había sido por conducto del Sr. Conde de Cheste, se incomodaron con éste, el cual se vio con la enemistad de los que hasta entonces habían sido sus amigos, más con la orden dictada por el Gobierno francés para que se internase. ¿Y por qué dio el Gobierno francés esta órden? Porque lo consideraba y lo creía conspirador contra España.

 Y este señor general a quien sus amigos califican de loco por la repentina determinación que tomó viniéndose a España (yo no creo que lo esté; pero, en fin, sus amigos lo dicen así); ese general, al verse con la orden de Gobierno francés para que se internara, y el verse con animosidad de sus amigos, y descubierto el juego, porque esa exposición que se había dirigido a Doña Isabel de Borbón para que separase de su lado a los que hasta entonces habían merecido su confianza, iba con mucha reserva, y sin embargo, se iba sabiendo y comentando su contenido; ese hombre, repito, se creyó en mala posición y dijo: pues a España me vuelvo. ¿Y cómo se vuelve a España?

Echado de un país extranjero por conspirador contra España; y el Gobierno francés debía tener motivos para saber que conspiraba. El Sr. Conde de Cheste no quiso perder la posición que tenía a caballo sobre la frontera, dijo: "Yo no puedo conspirar aquí; pues a España me voy, suceda lo que suceda." Y el Sr. Ochoa no tiene inconveniente en venir aquí a hacer la defensa del Sr. Conde de Cheste, reclamando en su favor los derechos individuales y la Constitución del Estado, y diciendo que lo tratamos mal.

Demasiado bien lo tratamos, Sr. Ochoa; y lo tratamos así, porque no nos importa nada el Sr. Conde de Cheste ni los demás que están conspirando con él; lo sabe el Gobierno por alguno de ellos mismos, y lo confirma por lo medios que tiene a su disposición, como sabe quiénes componen el comité de Madrid y quiénes son sus agente en otros puntos.

Que se anden, pues, con cuidado, que los unos y lo otros reciban del enemigo el consejo, porque pueden pasarlo mal en un momento dado, sin perjuicio y a pesar de los derechos individuales. (Varios Sres. Diputados: Muy bien dicho). Y no digo más al Sr. Ochoa, porque creo que con esto habrá apagado los fuegos de ese lado; pero sino es así, y se insiste, aquí me tiene S.S. dispuesto a embestir con la montaña blanca, cosa que de todas veras deseo.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Martos): Habiendo pasado las horas de Reglamento, se suspende esta discusión.



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